Una de las lecturas más difíciles que he tenido ha sido – lo confieso – Ulises de James Joyce. Aún no estoy seguro de haberlo asimilado medianamente. Es más, creo que lo que haya aprovechado de esta novela se lo debo a los libros de consulta con los que me tuve que auxiliar. De algo si estoy seguro: es una monumental obra narrativa que definitivamente marca los pasos de la novela contemporánea.
Que pena, esta última afirmación también es un enunciado repetido por muchas otras voces. Sin embargo, me queda de otra, sino hacer eco de todo lo que ya está dicho sobre esta obra
Ulises es una novela cuyo original en lengua inglesa consta de 267.000 palabras, con un vocabulario que sobrepasa las treinta mil palabras. Con 800 páginas divididas en 18 capítulos. Narra un día en la vida de Leopoldo Bloom en una suerte de esquema narrativo que toma como modelo La Odisea de Homero. Ese día narrado corresponde al 16 de junio de 1904, en Dublin, Irlanda. Tanto ha sido el impacto, literario y social, que desde 1954, cada 16 de junio, lo dublineses celebran el «
Día de Bloom» con una serie de actividades que van, incluso, desde repetir el itinerario de Leopoldo Bloom hasta comer lo que el personaje comió.
Encuentro una nota de Giovanna Polarollo en Peru 21 que da cuenta de esta literaria tradición
Es una fiesta nacional, aunque Bloom no sea héroe de ninguna guerra o revolución. O sí, si queremos llamar ‘héroe’ al protagonista del Ulises (1922) de James Joyce, que es considerada la ‘primera novela moderna’. La fecha elegida no es casual: el Ulises narra, justamente, un día –el 16 de junio– en la vida de Leopold Bloom y describe minuciosamente las calles que transitó ese día.
Dicen que Joyce solía decir que si algún día una catástrofe borrara Dublín de la faz de la tierra, bastaría leer su novela para reconstruirla en su totalidad tal y como era cuando se publicó en 1922.
Según dan cuenta los periodistas que han reportado la fiesta del pasado miércoles, este año hubo más asistentes que el pasado. Cada vez, comentan, no solo son miles los dublineses que salen a las calles para volver a hacer el recorrido de Bloom; también llegan muchos turistas dispuestos a rendir homenaje al gran escritor del siglo XX.
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