UNA NOTA EN CONTRA DEL RACISMO
La noticia ya la conocen casi todos. La sensación de hastío, dolor, frustración también también ya es bastante conocida. El racismo es una tara que aún perturba a ésta, nuestra «civilización» contemporánea. Una joven ecuatoriana, una joven como cualquiera, pero con la desgracia de haber tenido que dejar el espacio en donde sus rasgos eran comunes con los demás, para vivir en otro espacio en donde su diferencia la podría convertir en víctima, sufre la agresión por parte de un desaptado social.
El asunto no hubiera sido noticia sino hubiese sido por unas cámaras de seguridad instaladas en el metro de Barcelona que captaron el salvaje ataque. Las imágenes han viajado con la rapidez que ahora permite la tecnología y ha remecido la conciencia de muchos. Entonces surgen las protestas colectivas, los discursos, las marchas, las pancartas de los bien intencionados. Sin embargo, el problema está allí y seguramente se agazapará por un tiempo, pero seguirá respirando secretamente como una bestia salvaje, una bestia que atacará, otra vez, en cualquier lugar y en cualquier momento.
Es imperativo que se tome consciencia de que la condena no es solo para aquellos racistas expresos, conocidos y reconocidos, sino para todos aquellos que, secretamente, guardan un sentimiento de esa naturaleza aunque hacia afuera juren que están libres de esa tara. Si bien, personalmente, creo no somos iguales, también afirmo que las diferencias se deben marcar por las habilidades que cada quien pueda explorar y desarrollar más allá de su color. El silencio y la indiferencia es también una forma de complicidad.
Cuelgo el video de la verguenza.