Alonso Cueto es, definitivamente, uno de los escritores más importantes y respetados de la literatura contemporánea. Es uno de los narradores más fecundos no sólo por la natural frecuencia de sus cuentos y novelas, sino porque ha convertido a la clase media limeña en un espacio de exploración fluido y pasional. Coloco un cuento que enriquece la lista de autores peruanos contemporáneos.
CINCO PARA LAS NUEVE
Van a ser las ocho y el sol brilla sobre la isla de cemento que estoy pisando. Me encuentro a mí mismo, me descubro en una calle cerca de unos árboles, junto a un poste. No sé muy bien en qué barrio.Un regimiento de hormigas camina. Las patitas marchan hacia arriba, hacia abajo, en círculos. La corriente me hace apurarme. Un enorme rinoceronte corre en mi cabeza. Pienso que puedo pararme en la pista y que el rinoceronte va a salir y va a correr delante de mí. Ahora siento un microbús: el bufido ronco, la nube de óxido. Ya tengo menos fuerza. Voy a buscar un restaurante para entrar al baño. Hay un velo de luz sobre las paredes de la calle. Hay una maceta y una flor en una ventana. Tengo que llegar a las ocho.Ya sé dónde estoy. Voy a dar un examen. El sol sigue brillando, va a ser un día típico de verano y yo he perdido la esperanza.Mido la presión de mi pie derecho contra el cemento. Algo me quema y me quito el zapato. Estoy sentado en el sardinel. Es tarde. El regimiento de hormigas en mi sangre recupera su velocidad mientras el viento me azota el pelo y lo estira. Voy a ponerme el zapato. No puedo perder el tiempo. Faltan minutos, segundos. Algunos segundos algunos minutos. Eso es. No pienso en lo que puedo hacer hoy. O esta noche. O más tarde. Mi terror al futuro no tiene explicación. Es el miedo a lo que va a pasar. No quiero saber de eso. Tengo sólo estos segundos. ¿Tengo sólo estos segundos? ¿Estoy caminando a un examen y no me importa. El sol brilla en el centro del cielo.Estoy parado junto a una reja metálica. Algunos patas vagan por allí. Giancarlo está a mi lado. Nos ha ido mal en el examen. Preguntas con respuesta múltiple. Ni siquiera tenían “Ninguna de las anteriores”. Ni siquiera. Yo me siento triste pero Giancarlo fuma y sonríe. Unas chicas de pelo rubio pasan. Las miramos. Ya vámonos de acá – me dice- vamos a mi casa. Tengo un poco todavía. “Un poco” en el lenguaje de Giancarlo es unas líneas de polvo que él va a poner en la mesa de su casa.