EL AMOR, DICEN, ES PURA QUÍMICA
Por Yessenia Mora
Los últimos estudios científicos del amor señalan que al enamorarnos se producen, en nuestro organismo, una impresionante serie de alteraciones químicas, tal y como ocurre cuando éste recibe la inyencción de ciertas sustancias. Lo bueno del amor es que es gratis, no daña al organismo y produce sensaciones mucho más placenteras que el mejor de los estimulantes. Lo malo es que esta adicción, que bien quisiéramos que durara mil años, se cura sola y en un plazo máximo de tres años; que ese es, aunque nos duela, el mayor tiempo que el organismo soporta la explosión atómica que el enamoramiento produce. Antropólogos y otros investigadores han estudiado en laboratorio la bioquímica del amor. Y han demostrado, científicamente, que el amor se acaba.
Por suerte, con el tiempo se llega a un estado que, si bien no es tan espectacular como el inicio del romance, puede ser tan o más maravilloso: el desarrollo de un lazo indisoluble entre dos personas. Las etapas del amor han sido definidas de la siguiente manera:
1. EL DESEO. Es decir, el flechazo inicial. Algo humano que parece haber sido creado con el único fin de invitarnos al maravilloso trance de la lujuria. ¿Qué es lo que provoca que con solo mirar a una persona sintamos que el corazón nos dé un vuelco? Químicamente, este momento comienza con la secreción de feromonas, una hormona que es capaz de transmitir señales de un cuerpo a otro tal como sucede en todo el reino animal. Es el olor de la persona lo que produce la reacción, aunque no seamos conscientes de ello. Al producirse es «click» feroz, el cerebro segrega cantidades industriales de testosterona que, como se sabe, es la hormona de la tentación.
2. EL ROMANCE. Esta es, sin duda, la mejor etapa del amor. Es cuando ya tuvimos una aproximación inicial con el objeto de nuestro deseo y comenzamos a sentir que eso de «la media naranja» es cierto: que ese ser humano hermoso, brillante, especial y delirantemente atractivo aaterrizó en este mundo con la única finalidad de hacernos sentir como protagonistas de un cuento de hadas. El príncipe azul, o la bella princesa, es real. Está ahí al alcance. Todo en ese persona es perfecto, son almas genelas y están destinados a amarse hasta que la muerte los separe e, incluso, más allá. ¿Cómo se traduce esto en términos de laboratorio? Las palabras clave son dopamina, norepinefrina y serotonina. Las dos primeras fluyen en la sangre intensamente y trasnportan a la persona al adrenalínico estado de euforia. La última baja considerablemente siendo la responsable directa de la consabida torpeza y nublamiento del juicio de los amantes eufóricos.
3. EL VÍNCULO. Es lo único que perdura. Es el momento en que nuestra pareja ya sabe que nos gusta el chocolate «bitter» y no el blanco, por ejemplo. Es la etapa de la sociedad, donde picos y caídas se hacen manejables gracias al apoyo mutuo; es la etapa en que disfrutamos la complicidad, la amistad, la comprensión y la deliciosa sensación de sentir «que alguien en el mundo piensa en vos«, como dice el gran Charlie García. Y no se crea que aquí la química se acabó, solo se cambió la fórmula explosiva por una más tolerable y perdurable: oxitocina más vasopresina.
Estas sustancias generan esa sensación de placentera calma y seguridad de la que gozan las parejas felices de larga data. ¿Y por qué la naturaleza nos regaló tremendo cóctel químico? Dicen los estudios que simple y únicamente para preservar la especies. Y así, como se ve, el amor es pura química, pura sensación, dicho de otra manera, para no ser tan aguafiestas: es puro sentimiento.