Por Luis Arboccó de los Heros
Proponemos el siguiente ejercicio. Acérquenle a un(a) niño(a) pequeño(a) un libro y un celular y fíjense por cuál de los dos se inclina el pequeño. Lo más probable es que termine eligiendo el celular y esto no tiene nada de raro al ser un aparato que permite la interacción, tiene efectos sonoros, brinda imágenes y juegos. Es aquí donde el adulto ingresa en escena. Como adultos y personas racionales sabemos que el principal aspecto que necesita la humanidad en su proceso de formación es la palabra, el verbo, la argumentación. La lectura y luego la escritura son tareas exclusivamente humanas que nos permiten adaptarnos, socializar y solucionar muchos problemas. Y como adultos buscamos que desde pequeños, los humanos aprendan la importancia de leer y el placer de hacerlo, situación que nos permitirá acercarnos a la civilización, el entendimiento y la cultura. Pero hoy los niños tienen desde muy temprana edad -algunos ya desde bebés- acceso al celular, la tablet y la TV y aprenden a emplearlos mucho antes que a leer, y vemos que sus cerebros se están acostumbrando a no leer, con lo que puede verse limitada su imaginación, su desarrollo verbal, su capacidad de análisis y de ordenar las ideas.
En una reciente entrevista periodística a un diario local, el escritor y profesor universitario Jorge Eslava, nos recuerda que “una buena lectura es una experiencia de inteligencia e imaginación. También de sensibilidad. Creo que desarrollar la lectura desde niños cultiva y modela el espíritu”. Por su parte, para la psicóloga y escritora Pilar González Vigil “la lectura desarrolla la imaginación de los niños, y ahora se sabe, gracias a las investigaciones en el campo de las neurociencias, que nuestro cerebro no diferencia entre lo que imaginamos y lo que experimentamos en la realidad. Entonces, en su mente los lectores viven la historia junto a los personajes”. En estos dos comentarios encontramos como formar el hábito de la lectura es fundamental en las personas, y como todo hábito hay que formarlo desde pequeño. Porque el niño solo no lo hará, él se dirigirá hacia el celular (que se lo prestan siempre que lo pide) o hacia la TV (que se la encienden a toda hora) cuando de pronto tendríamos que acercarlo creativa, divertida y amorosamente al texto, al libro. La lectura promueve el ejercicio de la atención, la imaginación, la creatividad, potencia el pensamiento abstracto y el desarrollo del lenguaje, hay quienes ven también que la lectura nos lleva a aprender muchas otras cosas, a ser más tolerantes, menos prejuiciosos y nos da lecciones morales inclusive.