Ampuero, entre amigos y enemigosEL ESCRITOR EN EL BURDEL«Se prefiere ser amado o, en todo caso, odiado; pero de ninguna manera ignorado». Quizás escrito de otra manera, más o menos sutil, es el punto de vista de muchos cuando de competencia artística se trata. Tampoco es cuestión de negar que todos tenemos nuestro lado social que se solaza – en mayor o menor intensidad – con el reconocimiento a nuestro trabajo. En ese sentido, parece que la obra de Fernando Ampuero transcurre en ese péndulo, favorecedor en todo caso. Desde la presentación de su novela Puta Linda, está ha generado las opiniones más controversiales. Por una lado, están quienes han escrito con mala leche, no solo de la obra sino del autor; también los que consideran a la novela como un ejercicio de buena prosa (el autor es un periodista de impecable pluma), pero sin mayor vuelo. Estos, a su vez, acusan que hay quienes confunden la amistad con el ejercicio de la crítica para sobredimensionar una obra mediana. Esta semana en El Dominical, José Miguel Oviedo, ingresó al ruedo con un artículo titulado: El escritor en el Burdel, en donde reconoce que Ampuero ha logrado algo, por lo menos complicado, porque escribir sobre putas era un tema que ya tantas veces se había trabajado que se convertía en un intento cuando menos riesgoso. Que un hombre pague a una prostituta, no por sus habituales servicios, sino para que le cuente su vida y eso pueda servirle para escribir una novela es algo que ya ha sido antes materia literaria; también es un lugar común que la vida de las mujeres de ese oficio sea casi siempre un melodrama cuyas líneas generales son previsibles. Por lo mismo no es fácil ser original -o al menos interesante- con tales temas, pero eso es precisamente lo que ha logrado Fernando Ampuero… en su novela corta Puta linda… porque introduce en ellos variantes, sorpresas y cuestiones que dan un perfil propio a la obra y que le permite cautivar rápidamente al lector.
Más adelante hace mención a lo que, en lo personal, me seduce de la argumentación, que Noemí no dice la verdad de su vida, sino que va inventando una vida para hacerla, quizás, más interesante. En el medio de toda la historia hay toda una sucesión de hechos que marcan el temperamento de la obra: pobreza, promiscuidad sexual, apelaciones a lugares de fantasía colectiva, como la inmortal Nannette, mención de lugares semiclandestinos, referencias a situaciones y contextos políticos de corrupción, en donde José Miguel Oviedo, resalta la capacidad narrativa de Ampuero con las que muchos coincidimos más allá de la amistad o de la mezquindad. Pero, en lo personal, confieso que quedé cautivado, por un tiempo feliz, con la puta no sólo linda, sino creadora de mentiras tan fuertemente verdaderas. Después de todo, qué somos los escritores, a decir de tantos críticos y lectores: mentirosos persuasivos.
José Miguel Oviedo, concluye su crítica escribiendo que «Puta linda», confirma, además, que la gran virtud narrativa del autor es una prosa transparente, fluida, funcional, siempre bajo control, con creciente tensión interna pero con remansos de humor, lo que asegura la convicción que produce el relato; aquí y allá, sin embargo, puede encontrarse algún desliz o descuido, como «no sumaba una suma considerable» (41). Esa prosa desnuda de adornos y complicaciones, de vanas pretensiones, es el signo de un narrador eficaz, para quien el lenguaje está completamente al servicio de su historia, y no al revés.