CON LOS AÑOS,
SE ESCRIBE CON MAS SOLTURA
Hace unos días mencioné los 72 años de Mario Vargas
Llosa y su incansable trabajo intelectual, trabajo que parece no haber disminuido con los años. Mientras daba entrevistas sobre su reciente obra teatral, «
Al pie del Támesis«, el escritor ya deslizaba sus nuevos proyectos literarios con una vitalidad envidiable desde cualquier edad. ¿Cuando se te acaban las fuerzas para seguir bregando en lo tuyo? Al margen de frasesitas manoseadas como aquello de que
la juventud está en el alma, creo que es una cualidad que no todos poseen, pero si muchos de los buenos escritores.
A propósito de esto, leo en
Cultura de Terra que el chileno Jorge Edwards disfruta a sus 77 años de buena salud, aunque se pregunta con ironía, hasta cuándo podrá seguir ejerciendo su vocación literaria. Luego agrega que está en una etapa de su vida que lo empuja a escribir con
más soltura. «
Yo he escrito toda mi vida y a veces me pregunto hasta cuándo voy a seguir – explica en una entrevista -;
pero terminé «La casa de Dostoievsky» y ya tengo ideas para por lo menos dos libros más».
Algunas de estas declaraciones la dio en su visita a España en donde viene presentando la novela La casa de Dostoievsky con la que se alzó ganador del II Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casamérica, fallado en abril pasado en Buenos Aires.
Aclara que en su novela premiada se ha acercado a la poesía con una mirada de «fascinación, atracción y cierta frustración«. Pero en esta obra no sólo hay poesía, puntualiza, también está «la política, la critica del orden tradicional, la crítica de esa critica, y el amor«.
«Yo nunca he escrito una novela en la que la parte amorosa y erótica sea tan fuerte«, dice Edwars quien agrega, con mucho humor: «Yo también me habría enamorado de Teresita«, uno de los personajes femeninos de su reciente novela.
Edwards dijo, además, que la inspiración le llega trabajando y explicó que escribía todas la mañanas hasta después del mediodía, mientras que las tardes las dedica a impartir conferencias o conversar con amigos.
«Mi tarde esta abierta y mi mañana esta esclavizada en un estudio«, dijo, convencido de que el «único y verdadero éxito es ser leído«.
Algunas obras del autor:
El peso de la noche (1965), sobre la decadencia de una familia de clase media
Persona non grata (1973), sobre sus experiencias como embajador chileno en Cuba.
Los convidados de piedra (1978), ambientada en el golpe de estado de 1973.
El museo de cera (1981), una alegoría política.
La mujer imaginaria (1985), sobre la liberación de una artista de clase alta en la mediana edad.
El inútil de la familia (2004).