La máquina de escribir que aparece en la imagen será subastada este viernes 4 de diciembre en la casa Christie´s de Nueva York. Esta
vieja máquina le pertenece a uno de los escritores vivos más importantes de la literatura estadounidense,
Cormac McCarthy. En ella, el novelista escribió practicamente toda su respetabilísima obra en más de cincuenta años.
Salvando la kilométrica distancia entre MacCarthy y este escribidor, tuve también una Olivetti parecida. La compré con uno de mis primeros sueldos obtenidos como redactor para el diario El Callao. La compré al cash en una tienda del Centro de Lima, Hiraoka. A diferencia de McCarthy, yo no establecí una relación duradera con mi Olivetti: seguía trabándome con las teclas y reacomodando, malhumorado, de tanto en tanto, la cinta rojinegra con la mano. De todas maneras, sí es cierto que en aquellos tiempos era una máquina muy funcional porque podías cargarla como un maletín, algo pesadito eso sí, pero que te permitía viajar con ella para donde te llevara la vida. Mi pequeña máquina de escribir pasó al retiro apenas tuve acceso una computadora de pantalla ámbar y con diez megas de disco duro. Tiempo después,una querida amiga compró la pequeña Olivetti para cedérsela a algún desventurado.
Por el contrario, Cormac McCarthy (a quien se conoce por esto lares por ser autor de la novela en la que se inspiraron los hermano Coen para construir la película ganadora del Oscar, Sin
lugar para los débiles) sí logró mantener una larga relación con su máquina de escribir, la que ahora,
según el diario La Ñ, podría llegar a ser subastada en cien mil dólares.
El escritor incluye, como parte del paquete, una nota que sirve como una garantía de propiedad:
«Esta máquina de escribir fue comprada por mi en una casa de empeño en Knoxville Tennessee en el otoño de 1958. Pagué cincuenta dólares por ella. Es una Olivetti Lettera 32 y el número de serie es 2143668. No ha sido arreglada o limpiada salvo una vez que le saque el polvo con un compresor de aire en una estación de servicio en el otoño de 2009 cuando ya estaba empezando a mostrar signos de desgaste… He tipiado sobre la máquina de escribir todo los libros que he escrito, incluyendo tres que no se han publicado aún. Incluyendo todo los borradores y correspondencia que escribí diría que han sido cerca de cinco millones de palabras a lo largo de un periodo de 50 años.»
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