Sacando visa para un sueño
LOS CONCURSOS LITERARIOS
Escribe tu historia. Corrígela con la mayor obsesión que tengas en tu demencial aventura por alcanzar el relato perfecto. Una y otra vez: mueve las palabras, altera las oraciones, cambia el final, sufre con el título. Luego, tienes que dar el gran paso, ese que te llevará a una mayor locura: intentar ser reconocido como escritor. ¿Por qué lo harías? Esa es la pregunta.
Entonces, repentinamente, una tarde encuentras un afiche dormido en los vidrios de una librería o un artículo tímido en algún periódico que nos avisa de un concurso literario. ¿Podría ser? lo piensas, lo sueñas. Lees detidamente las bases: original y tres copias, escritas a doble espacio, con título y seudónimo, los datos en sobre aparte, envíe los trabajos a tal dirección, los resultados se darán a conocer una mañana lejana de algún mes distante. Y luego la espera, la negación de que sueñas con los resultados, la lógica que se enreda con la ilusión: ganar un concurso de cuento o de novela y confirmarte como escritor con talento.
¿Qué tan válidos son los concursos? ¿Cómo hacen para lee tantos? ¿Es verdad que los ganadores ya están separados con anticipación? ¿Cierto que sólo leen el primer párrafo y con eso descartan el noventa por ciento de trabajos?
En vista de los pedidos que me hacen los amigos y estudiantes que buscan cometer delito de literatura, les envío una página que difunde los concursos de literatura
certamenesliterarios@domeus.es y, de paso, aviso que el Banco Central de Reserva ya convocó al concurso de novela corta para este año y que cierra en diciembre. Hay que entrar a la página del Banco. Suerte.