He terminado de leer la reciente novela de Jorge EduardoBenavides, “Un asunto sentimental”, y expreso mi profunda satisfacción como lector.
Y resalto esto primero porque siempre he pensado que una buena obra, básicamente, es válida porque te “atrapa”, es decir, en el momento menos pensado ya te ha hecho parte de la trama, y hasta el acto de mover las páginas pasa desapercibido porque, para ese momento, se está leyendo con la ansiedad y delectación de quien ha sido transportado a esa otra dimensión. Para ese entonces, el lector ya tiene un asunto emocional con los personajes: de cariño o de odio, da igual; el lector ya respira el aire de las locaciones, siente las oscilaciones del clima y tiene los sentidos atentos por lo que pueda pasar. Encontrarte con una novela así es, en verdad, fascinante.
La novela, “Un asunto sentimental”, cumple ampliamente con este requisito fundamental que suelo reclamar. Ahora bien, para que una novela alcance ese nivel es evidente que ha tenido que construirse con el cuidado de una arquitectura meticulosa. Una buena novela se sustenta en una estructura en donde cada una de sus partes está en donde está porque responde a un cálculo preciso para el equilibrio de la trama; lo mismo sucede con el manejo de los personajes, los datos que se dan de ellos, solo lo suficiente como para que el lector coja el pincel de la imaginacióny termine de definirlos.
“Un asunto sentimental” es, en primera instancia, una historia de amor que implica a tres personajes: Cremades, Dinorah y a un supuesto Benavides escritor. Todos conflictuados en un extraño asunto de amor, de esos amores arriesgadamente intensos. Pero la novela es mucho más: es un inesperado viaje entre la ficción y la realidad, en donde ambos lados terminan por entrelazarse tanto que, de pronto, el lector no llega a estar seguro de qué lado se ha quedado. Es, también, de alguna manera, un libro de viajes a través del cual se puede casi sentir en la piel el aire de lugares que van desde Venecia, Nueva York, Ginebra, Damasco y, pasan por Perú, por supuesto, exactamente por Lima y el Cusco. Pero, principalmente, es una novela en donde la realidad se contamina de ficción.
Pero esto último, solo se llega a comprender cuando se termina de leerla.
Hazlo.