Tuve la oportunidad de presenciar la obra de teatro Un enemigo del pueblo de Henrik Ibsen, obra montada por la gente de la Ensad (Escuela Nacional de Arte Dramático) dentro de un interesante proyecto que repotencia las actividades teatrales en nuestro medio. Los estudiantes de teatro, los actores de mayor experiencia y los entendidos en la docencia teatral van a conjugar habilidades y presentar dramaturgias, tanto clásicas como experimentales, para todo el público interesado. Esto es muy bueno y vale la pena difundirlo desde todos los frentes.
Pero algo más, antes de comentar el montaje. Quiero agregar que la obra se viene presentando en el ahora llamado teatro Roma, que hace muchos años fue el cine Roma (recuerdo haber visto la película Terremoto con un artesanal sistema llamado sensarround que buscaba evocar la sensación de un temblor). Luego el cine quebró (como tantos otros lugares en esa época infausta) y sus instalaciones se convirtieron en distintas oficinas del Estado. No tengo muy clara la manera cómo ha llegado a manos de la Ensad, pero hay que celebrar que ahora haya una sala más para el teatro, y, en este caso, una sala en donde se difundan las propuestas de la gente que busca hacer del teatro un modo de vida y que viene desde las canteras de una Escuela Nacional.
Otro sí, hubo una motivación previa para asistir a esta obra en particular. Leí en los anuncios que iban actuar Hernán Romero, Ricardo Combi, Víctor Prada. En este punto, hubo un arrebato de nostalgia. Esos nombres me recordaron la misma época en la que la había un cine Roma, un parque de la Reserva cruzando la calle Emilio Fernández, y unas cuadras más allá, una Escuela de Teatro, por la Cabaña, en el parque de la Exposición. Y por esa época había un teatro heroico que se mantuvo espartanamente en medio de una crisis económica y política generalizada. Bueno, por alguna razón, rostros como los de Hernán Romero, Reynaldo Arenas, entre otros, me evocan esos tiempos. Por supuesto que estos recuerdos también se mezclan con los combativos movimientos teatrales que salieron por esa época a las calles para acercar el teatro a las plazas. En fin, estoy a punto de perderme en mis cavilaciones. Supongo que por allí, algún lector de mi generación, e interesado por el teatro, me acompañará en este párrafo evocativo. Pero volvamos al punto.
SOBRE LA OBRA
Un enemigo del pueblo parte de un hecho concreto: en una ciudad, cuya principal fuente de riqueza es un balneario que captará a muchos visitantes y mejorará los ingresos, un doctor llamado Stokmann descubre que el agua está contaminada y avisa a la comunidad de los graves peligros para la salud de todos. Por lo visto, un plan de saneamiento paralizaría todo el proyecto por un buen tiempo y afectaría la economía del pueblo. Por lo tanto, sus investigaciones y su voluntad de difundirlo, chocarán contra el poder, encabezado por su propio hermano, que es alcalde de la ciudad, y con la mayoría que antepone el interés económico – por la posible pérdida de visitantes – al interés social y ético. El doctor Stokmann combate encarnizadamente contra todos los sectores poderosos de la comunidad diciendo aquello que nadie desea oír. Se le señala como traidor y todo el pueblo confabula para hacer imposible la vida de Thomas y la de su familia, llegando incluso a ponerlos en peligro.
En el desarrollo de la obra aparecen una serie de triquiñuelas y actos manipuladores para desacreditar las verdades del doctor. Actos que – al parecer – siguen en plena vigencia. Lo comprobarán cuando vayan a ver la obra. Encontrarán que muchos de aquellos recursos y discursos demagógicos no solo siguen vigentes sino que han perfeccionado en sus malas artes en la vida política contemporánea.
Ahora bien, como complemento, debo agregar este fragmento que copio de la hoja informativa y que habla sobre la estrategia en el montaje de la obra y que le da la necesaria singularidad:
La puesta en escena es una adaptación del original, no solo en lo textual al poner acento en el conflicto brutal que ambos hermanos escenificaban entre el interés económico y la avaricia, entendida como un acto individualista, frente al sentido del bien común que representa. Tomas Stokmann: sino que interpela más allá de lo que su argumento puede ofrecer al los espectadores haciéndoles participar activamente. La puesta en escena exhibe, asimismo, una visualidad escénica contrastante de estilos, a manera de códigos múltiplos, para estimular el develamiento del entramado de intereses en esa comunidad democrática
SOBRE EL AUTOR
Henrik Johan Ibsen fue un dramaturgo y poeta noruego. Es considerado el más importante dramaturgo noruego y uno de los autores que más ha influido en la dramaturgia moderna. Padre el teatro realista moderno y antecedente del teatro simbólico.
En su época, sus obras fueron consideradas escandalosas por una sociedad dominada por los valores victorianos, al cuestionar el modelo de familia y de sociedad dominantes. Sus obras no han perdido vigencia y es uno de los autores no contemporáneos más representados en la actualidad.
Se las recomiendo. Va hasta el 17 de julio en la sala de teatro Roma, Ensad. Emilio Fernández 248. Cercado de Lima.