La Feria Internacional del Libro de Lima 2010 ya comenzó. Una buena parte del parque de Los Próceres fue cubierto con un tremendo toldo, y se armó la gran fiesta de los libros. Alrededor de las instalaciones de la Feria, se veía un neblinoso paisaje de árboles y de espacios verdes. La avenida Salaverry, usualmente algo desierta por las tardes, comenzaba a lucir colmada de transeúntes y automóviles.
Con los usuales desajustes del primer día: en la entrada se acabó la folletería muy pronto, los anfitriones lucían algo perdidos, los módulos aún no habían desempacado o ubicado por completo sus libros, los paneles de orientación aun no estaba instalados, los encargados de la vigilancia externa lucían algo hoscos y excesivamente preocupados de que no haya «gorrones» que evitaran pagar los dos soles de entrada. Habría que tranquilizarlos un poco. Explicarles que la gente que asiste a ferias de libros (con excepciones por supuesto) suele ser algo más serena y moderada que aquella que asiste a otro tipo de eventos.
A las cuatro de la tarde ya había una respetable hilera de personas que aguardaba con expectación la presentación del mediático Jaime Bayly. Por allí, se anunciaba la presentación Magali Solier para la noche del sábado y, también, una atractiva muestra de caricatura política auspiciada por El Comercio. El stand de Ecuador – país invitado – lucía sereno en centro mismo de la Feria.
Vamos a ver cómo avanza el asunto en los siguientes días. La verdad es que el inusual lugar en donde ahora se desarrolla la Feria le da una ambiente agradable y pareciera que hubiera más espacio y comodidad. Ahora tendré que separar tiempo especial para ver libros y libros y libros y, claro, suspirar por que no podré comprar todos los que quisiera.
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