EL ESTADO ATACAEL LIBRO AGONIZAEsta semana, la noticia de que el Gobierno – usando una argucia interpretativa de la ley – había eliminado las escasas prerrogativas que tenía el libro, dejó apenados a algunos, confusos a otros tantos e indiferentes, para variar, a la gran mayoría. Al parecer la redacción de algunos capítulos de la Ley del Libro había dejado incompletos algunos temas. Por ejemplo, al no tener determiandas las fechas de duración de las exoneraciones, algún mago del Ministerio de Economía descubrió que se podía eliminar toda exoneración a los tres años si no había fechas claras, y, entonces… soltaron a los chacales que hicieron añicos las ilusiones de algunos, por lo menos de los que pensaban que podría hacerse algo por difundir la lectura. Los libros estaban sujetos a todas las condiciones tributarias de cualquier otra mercancía desde diciembre 2006.
Por supuesto que el asunto es más complejo. Para muestra solo un botón. Las regalías que el autor percibe por la venta de su libro es del 10 por ciento del precio de éste. Si un libro cuesta 35 soles y se venden 100 ejemplares en seis meses, el autor en ese período percibe 350 soles por regalías. ¡Qué se puede hacer con tanto dinero! Ahora, con la retención del 15%, el autor recibirá sólo 302 soles con 75 centavos. Y, atención, este monto es solo un pago a cuenta del impuesto a la renta que se le aplicará al cierre del año en una escala que varía según los ingresos del autor y que puede ser de 15 %, 21 % y 30 %. Lamento lo números y los porcentajes, pero el asunto se acerca a la infamia del robo calculadora en mano. Qué se debe entender. O sea que el creador, el productor, el gestor es el menos importante de la cadena alimenticia.
Por otro lado, cuál es el papel de un Estado ávido en reclamar la instalación de un mercado totalmente libre, sin exoneraciones, en donde sólo sobrevivan los mejores depredadores cuando el mismo Estado deja en libre en plaza el negociado (ya sospechoso) de la piratería de libros, piratería que ha decir de Germán Coronado, director de editorial Peisa se apropia de millones de dólares a vista y paciencia (pendejada, ya) del Estado.
Y más aún, cómo explicar los golpes en el pecho y los lamentos por estar en el penúltimo lugar en lo que se refiere a comprensión lectora, cuando se opta cerrar el paso a lo que era, al menos, una posibilidad. No creo que ésta, la exoneración por si sola, sea la solución para tan grave problema de lectura y cultura, pero no hemos escuchado de otra. Salvo aquella de llevar algunos libros a los parques para fomentar la lectura. Bien. Aunque me parece la receta de una aspirina para solucionar una infección generalizada. Vamos, si hacemos bulla por otras cosas válidas como el asesinato de los delfines, hagamos algo para evitar el asesinato mental de los que vienen.