CUANDO LA SOCIEDAD NO PREPARA BIEN A LOS QUE VIENEN
El motivo central de este blogs es la cultura, principalmente los asuntos literarios; sin embargo hay temas sociales que no se pueden evadir aun cuando se pueda perder la imagen aséptica que brinda hablar y escribir solo del arte. La educación es un tema que debería preocuparnos a todos. Quizás no la educación en el sentido convencional: ir a la primaria, la secundaria y hasta la universidad para que se atiborre al estudiante de una inconmensurable cantidad de información, la mayoría de ella inútil en un mundo como el presente. Se supone que la sociedad adiestra a las nuevas generaciones para que estos puedan insertarse adecuadamente en el mundo que les ha tocado vivir ¿En serio? ¿Eso hace la eduación? En fin.
A propósito de ello, un interesante artículo aparece en
El Dominical de El Comercio. Eduardo Rada analiza alguno temas de la educación en el Perú. En una parte de su articulo escribe
: Para ser conciso e ir al grano, empecemos señalando el origen de la tragedia de la educación peruana. Ésta reside en la confusión entre el fruto y la raíz. Queremos cambiar el fruto, pero manteniendo la misma raíz de siempre. En vez de recorrer el camino inverso. Vemos el efecto, pero somos incapaces de identificar la causa. Nos preocupa el receptor y olvidamos al emisor. El problema de la educación es que la concebimos de manera exógena o externa en vez de endógena y por ello identificamos el efecto y lo confundimos con la causa. Queremos cambiar el receptor, dejando al emisor tal cual. Queremos enseñarle a leer y a matematizar a los alumnos, sin preguntarnos si los educadores saben ellos mismos leer o sumar.Todas las revoluciones existentes, y no sólo en la educación, han fracasado por la misma razón. Todas quieren empezar de afuera para adentro. Quieren empezar cambiando currículos o aumentando horas de estudio. Pero nadie, o casi nadie, se plantea qué se enseña y para qué fines.Ponemos la carreta delante del caballo y luego nos preguntamos por qué será que en vez de avanzar retrocede. Gracias, entre comillas, a la indiferencia de políticos y políticas educativas previas hemos llegado al punto de inflexión. Hay un dicho que señala que para que algo mejore, primero tiene que empeorar. Y en este punto está nuestra educación. Entonces ha llegado el tiempo de empezar a estar mejor.
Más adelante señala, ordenadamente, algunos de los elementos que deberían tomarse en cuenta si de educación se trata
. Primero, partamos del hecho de asumir que es un error el tipo de educación exógena en la que te enseñan datos, fechas, mera información y puro conocimiento, vacío de sentido y aplicación práctica.Segundo, y asumiendo que la educación solo funcionará de adentro para afuera, digamos que la única revolución permanente es la revolución interior. Si no, pregúntenle a tantos revolucionarios y políticos que han conducido a la sociedad a un callejón sin salida, entre la espada y la pared. O pregúntenle a los revolucionarios conservadores, que lo único que quieren revolucionar son los bolsillos, como si solo el mercado fuera la solución a la debacle.Tercero, el error más grande de todos, es querer empezar cambiando a los estudiantes o receptores, y a través de cambios superficiales de horas de clases y currículos insustanciales.Cuarto, hay que empezar cambiando al educador. Aquí reside la verdadera revolución. La capacitación del docente es el inicio del fin de la tragedia. Según el artículo 60° de Ley General de Educación N°28044, el Estado está obligado a garantizar el funcionamiento de un Programa de Formación y Capacitación Permanente. He ahí el punto de apoyo que conquistará el mundo y cambiará al sistema educativo.Y dos son las formas de lograrlo. Una externa y otra interna. La externa, por supuesto, es que un profesor gane tanto como un congresista y un congresista tanto como un profesor. Habría muchos más profesores y muy pocos congresistas. Esta es la mitad de la solución. La otra mitad es enseñándole al maestro a practicar lo que el oráculo por tantos siglos reseña en el eslogan que definía el milagro griego, aquel del famoso, «Conócete a ti mismo». Conocer a los demás es inteligencia pero conocerse a uno mismo es sabiduría, decían los otros sabios antiguos que son los chinos y que cada día son más y más actuales y no solo en la globalización económica. Hay que enseñarles a los maestros primero que nada a conocerse a sí mismos. Si no se conocen a sí mismos, ¿cómo van a conocer a sus alumnos? Y si no conocen a sus alumnos, ¿cómo sus alumnos van a reconocer a sus maestros?