«La medida de todas las cosas» (Editorial Emecé Cruz del Sur, 2017) es el título del reciente libro de cuentos de Pedro Llosa Vélez. Obra presentada con gran expectativa en la 38ª Feria de Libro Ricardo Palma, solo pocos días después de que el autor recibiera una Mención Especial en el Premio Nacional de Literatura 2017 que otorga el Ministerio de Cultura.
Economista de profesión, docente, con una maestría en Filosofía Política, Pedro Llosa viene desarrollando un interesante trabajo literario que le ha merecido no solo la mención en el Premio Nacional de Literatura, también ha sido galardonado en el Concurso José Watanabe Varas 2014, de la Asociación Peruano-Japonesa. Los mencionados son solo algunos de otros tantos premios largamente merecidos.
Por mi parte, he leído con mucho interés varios de sus libros. Desde «Protocolo Rorschach» libro suyo que me impulsó a conocerlo para señalarle mis respetos por sus categóricos cuentos; hasta «Las visitaciones», publicación que me estimuló a escribir una reseña en la Zona del Escribidor.
Hace unos días, tuve tiempo para leer esta su reciente publicación: «La medida de todas las cosas». Libro que me permite afirmar – desde mi modesto punto de vista como lector – la innegable madurez narrativa de Pedro Llosa.
En un conjunto de seis de cuentos largos, divididos en dos partes, el autor alcanza no solo a narrar un acervo de contundentes historias, sino que se propone (y lo logra) deslizar una posición, un punto de vista en torno de las ideas políticas, económicas y, en cierta medida, filosóficas que abruman a nuestra sociedad en estos tiempos conflictuados. Ahora bien, que no se mal entienda. Como menciono líneas arriba, cada cuento es, literariamente, categórico. No son – como a veces sucede en algunos autores – solo una excusa para exponer una opinión, para nada; sin embargo, el autor sí ha conseguido musitar, desde su punto de vista, algunos de los grandes dilemas que agobian nuestro presente.
Todo ello, sin dejar de lado el buen manejo de recursos literarios como los llamados diálogos telescópicos que usa para entrecruzar situaciones y tiempos distintos. Es más, entre los cuentos, se percibe la sutil presencia de los vasos comunicantes que le dan una articulación al conjunto. Cualidad que no siempre es necesaria para un libro de cuentos, pero en este caso funciona correctamente.
Sin embargo, aparte del bueno y meticuloso tratamiento formal, el presente libro también destaca – como dije – por la manera como el autor entremezcla buenas historias con marcados puntos de vista «humanísticos». Por lo menos esto sucede, nítidamente, en la primera parte, en los tres cuentos iniciales en donde las parejas atraviesan por crisis que se imbrican con conflictos de mayor envergadura. En unas líneas del primer cuento, en tanto se habla de los celos (y algo más grave aún) que atraviesa la pareja, se lee: «Al fin y al cabo la política es, dice él, observándola con firmeza y atención la forma en la que los seres humanos nos ordenamos para coexistir»…«Por supuesto que sacarnos los ojos es también una forma de cohabitar, quizá la más común en el mundo…Si el cerebro no controla las pasiones…nos volvemos prisioneros de nuestros apetitos y no de nuestra razón».
En «Alboradas», el segundo cuento, también hay un conflicto de convivencia en la pareja, una crisis que – de alguna manera – es una simbolización de un conflicto más amplio, el de convivencia social en donde las relaciones de autoritarismo o de verticalidad se han vienen debatiendo, lamentablemente, con la misma irracionalidad con la que lo enfrenta la pareja de este cuento.
La intención de esta nota es dar la bienvenida a este importante libro de cuentos que enriquece la bibliografía de la literatura peruana contemporánea. No pretendo (ni creo que esté calificado) hacer un análisis y una crítica de cada cuento. Sin embargo, como lector me está permitido asumir la obra literaria según como la haya entendido. Eso es lo seductor de la literatura, que cada lector acaso logra reinventar el relato e ir, incluso, por linderos que el autor ni siquiera había pensado. En este sentido, considero que lectura de «La medida de todas las cosas» va a ser una grata experiencia literaria y también, tal vez, una manera de repensar algunos criterios con los que examinamos nuestra realidad contemporánea.
Si acaso, no la ha leído aún, lo invito a leerla. Valdrá la pena.