PRESENTACIÓN OFICIAL
DE
«ITINERARIO«
Ya hace algunas semanas escribí una nota sobre la publicación del primer poemario del escritor Arturo Córdova. Más allá de la amistad – que por supuesto pesa en el aprecio personal – sostuve que se trataba de un trabajo sólido, tanto en su propuesta de contenido como en la indagación del lenguaje poético. Claro, siempre que me meto con la poesía siento que alcanzó a ver solo la primera puerta y algo de la entrada de una construcción que va mucho más allá. Soy un lector constante de la poesía, pero me atrevo poco a ir más allá del placer de la sensorialidad.
A propósito de la presentación oficial de ITINERARIO, la misma que se realizará este miércoles a la siete y treinta en la Zona Jazz, en medio de una gran actividad artística del mundo universitario de San Marcos, y a la cual están invitados todos los que quieran y puedan, transcribo un fragmento del texto de Rodolfo Hinostrosa en donde explica su visión de este poemario inicial. Luego, dejo uno de los poemas del libro.
La mayoría de las veces convivimos con la ciudad en silencio, desde la inercia, pero cuando el aire comprime demasiado y los muros de la misma nos convierten en un torrente caótico de rumores, emerge el deseo de trazar un camino que nos enseñe a huir y a retornar hasta que el tránsito de las pulsiones nos devuelva a la vida o hasta que la poesía, en su agitada transparencia, nos diga a qué versos podemos emigrar. Itinerario de Arturo Córdova (Lima, 1980) nos brinda esa posibilidad, y por ello considero importante tentar algún tipo de aproximación a la primera publicación de este joven poeta.
El frágil insomne bordea el rastro de su piel cansada
dibuja surcos inflamados sobre el cristal
de la ventana que lo hace distancia
intuye los borrosos trazos
del que amanece con el pie sobre su mirada
de aquel que nunca termina por empezar
del que escupe su pereza en una lata de conservas
del expuesto a su propia contienda de hollín y desgano.
Arrojado de su voz y de sus miembros
es casi pupila y pasocíclope estático aterrado
en su rincón sin tiempo
vuelve a sí mismo en el errante flujo de la sangre
que se desboca en los cruceros peatonales
que rabia su desencuentro bajo un panorama
de anuncios publicitarios:
todo es palpitación y frases consignadas.